Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Nuestro libro recomendado es Cómo anunciar por radio para ganar millones de Agustín Jaramillo Londoño ¿El mismo de El testamento del paisa? Sí, el mismo. En la radio, despectivamente llamado «el medio cenicienta» por su falta de imagen, encontré un interesante recurso para despertar la imaginación del oyente. Supongo que debido en parte, a las maravillosas tardes de lectura escuchando a mi madre y a mis profesoras de primaria.
Fue ese interés en los relatos lo que me llevó a experimentar con la voz y el sonido en mis clases de publicidad en la Universidad Pontificia Bolivariana, que dieron como resultado un premio, hasta entonces desconocido para mi, llamado el Dial de Oro, antepasado de los premios Nova en radio, por el año de 1997 en la categoría estudiantes. Una cuña para una fundación de niños sordos fue la idea que el jurado seleccionó de mi repertorio.
A pesar de los nuevos medios digitales y las ventajas de los canales audiovisuales, la radio continúa siendo el medio de mayor penetración entre nuestros coterráneos, acompañándolos en sus labores diarias y corrientes. Bien sea a través del tradicional radiotransistor o ahora por medio de las emisoras online. De modo que el libro de Agustín Londoño tiene tanta vigencia hoy, como ayer. La radio y las emisoras seguirán acompañándonos pues permiten que dividamos la atención entre nuestras labores.
El libro es un texto claro y sencillo en el que se pasa de lo general a lo particular, primero haciendo alusión a la publicidad como una llamada feliz, luego hablando de los medios de comunicación para desembocar por supuesto en la radio, la elaboración de una cuña y los tipos de cuñas radiales. Al final hay un bonnus track que habla del negocio de la publicidad y de algunas inquietudes, tanto profesionales como filosóficas por los que pasamos muchos de los que estudiamos publicidad.
Es probable que el libro ya no se consiga. Fue editado por el mismo Agustín a través de su agencia AJL Publicidad en 1993 y estuvo en consignación en muchas librerías hasta que finalmente desapareció. Espero que algunas bibliotecas locales guarden algunas copias de esta valiosa joya de la publicidad colombiana y antioqueña, que todos los estudiantes de comunicación y publicidad deberían, por lo menos, hojear para conocer los orígenes de nuestros medios.
No quisiera finalizar sin rendir un homenaje personal a su escritor. Lo conocí una tarde de 1999 cuando su agencia ya contaba con pocos clientes. Había dejado de ser la agencia del Banco Industrial Colombiano por negarse a negociar la tradicional comisión de agencia del 17,65%, dejando así la famosa cuenta en manos de Michel Arnáu. Al final de sus días trabajaba para Flamingo y otros almacenes por departamentos ajustado los detalles de las campañas que hacían un par de diseñadores. Me contó una mañana del año 2.000 que ya no contaba con buena salud y que le habían instalado un marcapasos. El 30 de diciembre de 2010 murió de un paro cardiaco (Ver nota de El Colombiano). Gracias Agustín por tantos relatos.